jueves, 12 de agosto de 2010

Del amor al odio hay un solo paso. De masturbarme viendo porno a sentarme a escribir, 23.

La masificación de los medios de comunicación modernos dejaron en claro una cosa: cualquier idiota puede sentarse a escribir y publicarlo en Internet. Pero cuántos de estos polipéptidos conocen más o menos las reglas ortográficas? Y cuántos se esmeran por encontrar a diario toda clase de anécdotas super interesantes que compartir sin destruir renglón a renglón cada una de las células de tus nervios ópticos?
No se, no es mi caso. Pero sí sufro mi arte. De hecho cada vez que me siento a pensar algo para escribir padezco sistemáticamente una serie de pasos horribles, cual miembro de alcoholicos anónimos, para adecuarme al bolsillo del chongo y la cartera de la pasiva.

1- Tener una buena idea, de esas que sentís que van a cambiar el mundo.
2- Regodearme en ella como por una semana y dejarla ahi, estancada, total es tan tan buena que se completa sola como por arte de magia.
3- Intentar retomar el ritmo después, pero ya como que se me fue el tren de la inspiración y las 34 palabras al azar que puse no me remiten a nada.
4- Pánico.
5- Odiar desde lo más profundo de mi alma sea lo que sea que haya escrito.
6- Completar la idea como sea porque ya pasó un mes y transformarla en algo abstracto sin sentido que está alejadísimo de lo que fue originalmente.
7- Odiar desde lo más profundo de tu alma sea lo que sea que hayas completado.
8- Pánico.
9- Repetir los 4 pasos anteriores unas 20 veces más o menos.
10- Publicarlo, con todo el desprecio del universo.
11- Bajarlo.
12- Transformarlo en una lista de items.
13- Releerlo 450 veces para encontrar errores y convencerme que no fue tan terrible.
14- Fallar.
15- Pánico.
16- Esperar las críticas.
17- Cortarse por la ansiedad.
18- Llamar a la ambulancia.
19- Salir del hospital a la semana y recuperarse en casa.
20- Leer las críticas.
21- Pánico.
22- Medicarse contra el pánico finalmente.
23- Decir que tan tan mal no me salió y capaz que escriba otra cosa eventualmente.

Me resulta dificil de creer que cualquier autoproclamado "bloggero" no espere hacerse rico el día de mañana cuando Gasalla descubra sus ideas increíbles y las transforme en una obra de teatro, o escribir para un glamoroso diario de Nueva York para luego salir a hablar de zapatos con tus 3 amigas. Yo por lo menos soy sincero.
Les aseguro que cuando esté maltratando a María Calixta, mi mucamita de algún país pobre latinoamericano, voy a ser el primero en olvidarme de donde surgí. Así que les pido de onda que vayan ensayando alguna obrita de teatro de morondanga en donde me visitan 3 fantasmas cerca de navidad y me dan alguna lección moral importante, como... eh, no se, el amor y esas cosas, así conozco el camino de la luz.
Por ahi, hasta vamos todos juntos a tomar helado.

3 comentarios:

  1. Una versión argentina de un cuento de navidad con vos como un Scrooge que es avaro con las palabras para comprarte zapatos del Almacén don Manolo, y con los fantasmas protagonizados por Susanita (Obviamente, para grasa y vieja, la Giménez), Mafalda (Mirtha Busnelli con permanenteada) y Libertad (La Carrió empastillada) te va? La estoy armando, ya tengo el lugar, me falta el productor ejecutivo... conocés alguno?

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  2. Jajajajaja, me has robado muchas risas.

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