jueves, 25 de febrero de 2010

El amor de mi vida estaba más cerca que acá a la vuelta, por decir algo.

Después de un intento de 8 años que fracasó miserablemente y alguna que otra aventura de, por supuesto, mucha menos duración, uno aprende a definir qué es lo que busca en su "otro significativo". Más o menos.
A riesgo de sonar ñoño, pedante y prepotente puedo decir con toda tranquilidad que encontré todo lo que busco y mucho más.

Es alguien que hasta ahora ha estado conmigo siempre, compartiendo las mundanas alegrías diarias y también en los momentos más difíciles.
Alguien que se va a quejar de la comida desabrida que le preparo y que me va a romper los huevos con el colesterol.
Alguien a quien he visto a menudo en mis sueños haciendo cosas inesperadas.
Alguien a quien ignoré miles de veces, de quien abusé y me aproveché sin importar las consecuencias.
Alguien con quien puedo tener sexo 2 o 3 veces por día sin que le duela la cabeza.
Alguien a quien muy seguido no soporto porque siempre sabe lo que me pasa y a veces es más directo de lo que la tolerancia humana considera aceptable.
Alguien a quien le puedo decir las cosas de frente sin miedo a que se ofenda o haga alguna escena de telenovela mexicana.
Alguien que la rema todos los días y con quien puedo armar proyectos.

Alguien a quien conozco hace años pero nunca me deja de sorprender. Para bien y para mal.
Alguien que me entiende, me acepta como soy y quiere mi felicidad sobre todas las cosas.



Finalmente me animé... y me puse de novio conmigo mismo.

Igual ya lo hablé y es una relación abierta, así que incluiremos a alguien más en la cama cada tanto. Estamos los 2 de acuerdo en que hay que mantener la variedad, sino la pareja se estanca y se va todo a la mierda.

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