miércoles, 7 de julio de 2010

El hombre y su ciencia mágica del siglo XXI

Hay días en los que las cosas nos salen perfectas. Desde recibir todo tipo de beneficios cliché de publicidad ochentosa, como un aumento de sueldo, que tu esposa está embarazada al fin o que "cerraste el trato", hasta viajar sentado en el colectivo la hora y media de viaje diaria que corresponde.

Y hay días en los que no. Hay días en los que si ves una bandada de angeles y querubines en ese divino atardecer, dorado y majestuoso, te mean toda la cabeza, causando que justo pises esa maldita baldoza floja, se te manche todo el pantalon nuevo blanco que justo te pusiste con el agua podrida que emerge y te tropieces aterrizando con tu rostro. Como era justo año nuevo y no estás más de blanco, estos 365 días arrancan para la mierda y desencadenás una bola de nieve de terror y destrucción sobre vos mismo.

En el afan de tratar de mantener la balanza del azar a nuestro favor, el hombre ha creado desesperadamente un montón de amuletos y rituales sin ningún aval científico. Por ejemplo, no contarle a nadie las cosas buenas que están por pasarte. Porque las buenas noticias son eso. Buenas. Y nos ponen contentos. Y está bueno pasarle el contentismo a tu gente.
Claro que el ojo que todo lo ve, con su oído que escucha todo por la mitad están siempre presentes y no dudan en interpretar tu alegría como "éste quiere fanfarronear y me cae medio para el orto como consecuencia". Entonces una serie de acontecimientos desafortunados se ponen en marcha, donde tus amigarches te dejan plantado, no te vuelven a llamar jamás para ningún laburo a pesar de que ya habías pasado la 10ma entrevista y por ahí hasta te pisa un auto. Venía despacito, igual, así que no te morís, eh... que desgracia con suerte.

Si de rituales estúpidos se trata, las cábalas del mundial se llevan los aplausos. Aparentemente la única forma que tiene de ganar la selección de un país es que los casi 40 millones de habitantes permanezcan en exactamente el mismo estado de como estaban cuando ganaron el partido anterior. Si tu tío (por decir alguien) fue afectado por las corrientes del tiempo y sus células cambiaron de lugar por el simple hecho de vivir, todo el esfuerzo del país entero fue en vano y la selección está condenada a perder 79014 a 0.

Al día siguiente aparece en la tapa de todos los diarios "Manuel Gonzales se negó a cumplir con la cábala, siendo el único responsable de la derrota de la selección". La noticia explica en profundidad cómo a sus 28 años Manuel fue el instigador de las 2 guerras mundiales y la causa de los terremotos en Chile y Haití, entre otras calamidades.

Pero no pierdas la fe, que cuando todo falla uno siempre puede recurrir a los vendedores ambulantes y obtener la sagrada pulsera portavírgenes (Made in China). Alrededor de tu mano tenés como 15 fotos de estas señoras con cara de constipación mirándote mal porque hace 2000 años no había Activia. Cada una se encarga de ayudarte con un problema específico, si encontrás la correcta para rezarle.
Diferenciar sus fotitos en la pulsera es complicado porque no vienen por color como los Power Rangers. Le llegás a rezar a la Desatanudos en nombre de Medjugorje sin querer y preparate para que se incendie tu casa, le agarre un granizo del infierno a tu auto y un tornado te lleve a pasear a la lejana tierra de Oz. Ahí vivirás un sinfín de aventuras con un espantapájaros zombie que busca cerebros, un robot desalmado que blande un hacha mortal y un leon. Los leones comen personas, no sé si sabías.

Por lo pronto pienso lanzar una campaña publicitaria donde un hombre vestido con guardapolvo y una pipeta en la mano recomiende sacar de tu casa todos los espejos, gatos negros, escaleras y tirar 43 kilos de sal diarios sobre tu hombro. Va a decir que así obtenés los 405 ml de "Protexina" diaria que te protegen de las desgracias con suerte diarias. Ponemos unas imágenes de una familia feliz jugando cerca de un Tsunami como si nada pasara mientras todo a su alrededor se va de vacaciones a la Atlántida.

Eso, o vendo los portavírgenes. No me decido.

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