lunes, 11 de enero de 2010

Me gustan los Taxiboys

Andar en Taxi es una variante 3er-mundista a practicar deportes extremos. Ya sea porque de alguna forma el manejero de turno se olvida que hay que frenar en cada esquina para ver si otro ente tiene que (y le corresponde) pasar, o porque cuando llegás a tu destino y no tenés el dinero justo te miran con cara de asesinos seriales, como si fueras el culpable de que Cumbio haya ido a almorzar con Mirtha Legrand (justo el día que fueron a comer a lo de la suegra y tuvieron que mirar a la chiqui).

Aún así, un día, necesité usar este medio de transporte y una vez adentro supe que algo estaba muy mal. El chofer era mujer. No tengo nada en contra del sexo femenino manejando, pero después de tantos años escuchando comentarios machistas de parte de la tele e internet (qué otra opinión podría respetar) estaba seguro que ese viaje sería inolvidable.

En efecto, pasó lo peor: frenaba en cada esquina, manejaba despacio, cedía el paso, no hablaba de futbol ni se quejaba de lo mal que está el país. Nunca temí tanto por mi vida. Con un "Taxisto" (diría Sú Gimenez) ves tu muerte saludándote en cada esquina, pero con una mujer te olvidás de lo que es sentir la adrenalina y el miedo recorriendo cada una de tus células cuando andás en auto.

Después de mi primera vez con una mujer me di cuenta cuánto me gustan los hombres gordos, peludos, maleducados y que se recibieron de chofer en la verdulería hablando de pomelos y melones.

1 comentario: